Señor Jesús, tu misericordia es infinita,
pero tu inmenso amor a los hombres no ha sido correspondido por causa de
nuestra ingratitud, olvido, negligencia y menosprecio.
Recordamos que desde antiguo, fueron
rechazadas la justicia y la paz, pues cada cual abandonó el temor de Dios, se
ofuscó en su fe y dejó de caminar según las normas de sus mandatos, ni se
comportó como conviene a Cristo; sino que cada quien ha caminado según las
pasiones de su perverso corazón, al acoger una injusta e impía envidia por la
cual también la muerte entró en el mundo (cf. San Clemente I, III,4).
Recordamos como Caín ofreció a Dios un sacrificio de los frutos de la tierra y
Abel también se lo ofreció de los primogénitos de su rebaño. Dios miró propicio
a Abel y sus dones, pero no se fijó en Caín y sus sacrificios; por maldad Caín
se lanzó contra su hermano Abel y lo mató (cf. Gn 4,3-8). Asimismo, la envidia
obligó a Moisés a huir de la presencia del Rey de Egipto; por envidia también
Aarón y María vivieron fuera del campamento. (Cf. Num 12).
Invocando los méritos de los Santos
apóstoles Pedro y Pablo, los confesores de la fe, los santos Padres de la
Iglesia: San Ignacio de Antioquia, San Clemente, San Atanasio, San Agustín, San
Gregorio Magno, y todos los Santos de Dios; con gran conciencia y
arrepentimiento, así como lo hizo el Rey David, venimos a presentarnos ante ti,
Señor; para reparar, con especiales homenajes de honor, nuestra frialdad
indigna y las injurias, sacrilegios e indiferencias con que, en todas partes
hemos herido tu Sacratísimo Corazón.
Recordando que también nosotros alguna vez nos
manchamos con tal indignidad de la cual nos arrepentimos ahora vivamente,
deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas tu Divina Misericordia,
dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios
pecados, sino también los cometidos en nuestra nación y por nuestras Iglesias
particulares, alejándonos del camino de la salvación y obstinados en nuestra
infidelidad, junto a quienes no te aceptan como a Pastor y Guía, y quienes no
hemos cumplido las promesas hechas en nuestra consagración bautismal,
incumpliendo con tus mandamientos.
Nosotros,
Obispos y sacerdotes, humildes siervos tuyos, apoyados en el
ministerio sacerdotal (episcopal) que
nos has concedido, como apóstol, a lo cual me has llamado no por nuestros
méritos, sino conforme a tu voluntad salvadora, queremos a favor de todo este pueblo Santo de Dios,
invocar la fuerza de tu Espíritu Santo, que nos permita expiar nuestros graves
pecados, confiados en tu infinita bondad y Misericordia, unidos a la voluntad
de Dios uno y trino y al misterio de la encarnación, con la intercesión de
la Santísima Virgen María Nuestra Madre,
San José, tus Ángeles y Santos, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón, por los insultos
dirigidos al Santo Pontífice, el Orden Episcopal, Sacerdotal y Diaconal,
religiosos y religiosas, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los ultrajes,
indiferencias y horribles sacrilegios con que es profanado y ofendido el
Santísimo Sacramento del Altar, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón por nuestra falta
de amor, indiferencia y desprecio con que descuidamos el regalo precioso de la
Sagrada Imagen de Ntra. Sra. de Coromoto, permitiendo que se deteriorara al
punto de ser prácticamente imposible de contemplar, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón por todos los
“peccata iniquitatis”: proferidas contra personas, instituciones y templos de
nuestra arquidiócesis, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los abusos y
profanaciones hechos a los santos sacramentos, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por poner nuestros
corazones en dioses distintos a ti, por las supersticiones y aceptación de
doctrinas pseudocristianas, la ambición del dinero y del poder, y por los actos
de ocultismo, satanismo y hechicería, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por las
profanaciones hechas al ministerio del orden, en especial al ministerio
sacerdotal, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por las
desobediencias a nuestros superiores y divisiones provocadas a la unidad y
colegialidad de nuestra iglesia, provocando profundas heridas en nuestra
iglesia local, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los escándalos
provocados por nuestros ministros consagrados, religiosos, laicos, grupos de
apostolado y otras instituciones eclesiales, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por nuestros
pecados de índole sexual, especialmente por el adulterio, las desviaciones
sexuales, la pornografía, las relaciones prematrimoniales, abusos infantiles,
violaciones, prostitución y quebrantamientos de la castidad y del celibato, te
rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los atentados
contra la institución familiar, especialmente contra el matrimonio constituido
por un hombre y una mujer según el plan divino, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los pecados de
consumo de drogas, alcoholismo, ira, odios, asesinatos, narcotráfico,
violencia, explotación de los más débiles, corrupción y cualquier otra forma de
menosprecio a la dignidad humana, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los atentados
contra la sacralidad de la vida, desde su concepción hasta el momento de la
muerte natural, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por las veces que
hemos ignorado que hemos sido llamados a servir, sirviéndonos de nuestros
hermanos, especialmente de los más necesitados, abusando de nuestra posición y
sobreponiendo nuestro propio interés al bien común, arraigados en nuestro
orgullo, soberbia y prepotencia, juzgando, discriminando, maltratando y
condenando a nuestros hermanos sin misericordia, te rogamos:
R.-
Que tu preciosísima Sangre, lave Señor nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por las
indiferencias, desprecios y descuidos de tu Gracia, y el descuido en el
pastoreo y cuidado de las almas, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón Por los pecados
públicos y privados de nuestra nación, con los que oponemos resistencia a los
derechos y al magisterio de la Iglesia por ti fundada, te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
S.- Imploramos tu perdón en un instante de
silencio, pidamos perdón por lo que interiormente el Espíritu Santo inspire en
nuestros corazones (se guardan unos breves instantes de silencio), te rogamos:
R.- Que tu preciosísima Sangre, lave Señor
nuestros pecados
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos
crímenes con nuestros actos de desagravio y amor hacia ti, por eso te rogamos
que nuestra reparación sirva para expiar el honor divino conculcado, uniéndola
con la expiación del Inmaculado Corazón de la Virgen María tu Santísima Madre,
Nuestra Señora de Coromoto, de San José, de los Santos y de las almas buenas;
te ofrecemos la satisfacción que Tú mismo ofreciste un día sobre la cruz al
Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares en la Santa Eucaristía,
prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el
auxilio de tu gracia, repararemos los pecados propios, los de nuestros hermanos
y los cometidos por nuestra iglesia particular, así como la indiferencia de las
almas hacia tu amor, a través de la
firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la los
criterios evangélicos, sobre todo de la caridad, esforzándonos además por
impedir que seas injuriado y por atraer a cuantos podamos para que conociéndote
vivan en el cumplimiento cotidiano de tu Divina Voluntad.
Señor, principio y fin, Dios omnipotente, a ti el honor, la Gloria, la alabanza y el poder te sea dado eternamente, porque nos amas y nos perdonas inmensamente. Santo, Santo, Santo eres Señor, Dios del universo.
¡Señor Jesús, Misericordia infinita!
Finalmente por intercesión del Inmaculado Corazón de la Santísima Virgen
María, te suplicamos que recibas este
acto voluntario de reparación; concédenos que seamos fieles a tus mandatos, a
tu Evangelio y a tu santo servicio hasta la muerte y otórganos el don de la
perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión
del Padre y del Espíritu Santo, vives y reinas, ante ti, toda rodilla se
doble, Dios y Señor nuestro, por todos
los siglos de los siglos.
Amén.
Adaptación del Acto de Desagravio hecho por
S.S. Pío XI
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